Cambio de paradigma: la evidencia científica es necesaria pero no parece suficiente

EconomiaVerde1por Mariela Buonomo – Durante la última semana de marzo cientos de personas de diferentes ámbitos se reunieron en Londres con el objetivo de analizar las últimas evidencias provistas desde la comunidad científica y brindar una visión actualizada de las múltiples crisis que el mundo enfrenta. Se abarcaron los problemas ambientales, como los relacionados con el clima, la energía, la degradación ecológica y la escasez de agua, y problemas sociales como la persistencia de la pobreza, la amplificación de la desigualdad, los temas de bienestar humano y seguridad alimentaria, así como también los temas relacionados a la gobernanza global.

Asimismo, se planteó aportar evidencia y liderazgo científico hacia la cumbre de junio de este año en Río de Janeiro, conocida como Río +20 y contribuir a superar veinte años de estancamiento en las negociaciones sobre desarrollo sostenible en el marco de Naciones Unidas.

Perfil

La organización estuvo a cargo de un comité de científicos encabezado por la Premio Nobel Elinor Ostrom, un grupo de organizaciones científicas internacionales y un comité científico local. Tuvo como anfitriones a The Royal Society, la asociación “Living with Environmental Change” y el Natural Environment Research Council. La moderación se encargó a periodistas y las nuevas tecnologías de comunicación jugaron un papel fundamental.

En cuatro días se sucedieron mañanas de conferencias de renombrados académicos y tardes de numerosas sesiones paralelas enfocadas en temas específicos, así como también algunos eventos participativos y exposiciones de posters. También tuvieron lugar participantes del ámbito político tanto a nivel internacional como nacional, como representantes de Naciones Unidas y de gobiernos; representantes de las empresas y los medios de prensa. Las organizaciones de la sociedad civil estuvieron también presente, aunque desde un lugar menos protagónico.

Muchas sesiones abordaron temas desde la perspectiva del desarrollo sostenible con un enfoque social y algunas ideas se repitieron a lo largo de las presentaciones. Resulta interesante compartirlos y resumirlos aquí, ya que vislumbran una alerta y cierto compromiso de cambio desde la comunidad científica.

Luz roja

La humanidad tiene por delante un período de gran incertidumbre. Frente a este hecho surgió, por ejemplo, la expresión “no podemos seguir así, algo hay que cambiar ó transformar”. Esta postura asomó en muchas de las exposiciones desde la academia, alertando sobre la existencia de límites planetarios y condiciones locales que estamos transformando profundamente, poniendo en riesgo las condiciones para la vida. Se aclamó la necesidad de cambiar con urgencia nuestro estilo de vida, donde el cambio de conciencia que debemos hacer implica asegurar más igualdad y equidad y no perseguir mayor crecimiento económico. En algunos casos la propuesta implicaba un cambio radical como un inminente cambio de paradigma, en otros no tanto.

Junto a esta alerta la comunidad científica destacaba incesantemente que el momento para actuar es ahora. Por ejemplo, se enfatizó: “actuar urge”, “la acción de los principales factores de presión nos dicen que realmente ha llegado el momento de actuar severamente”. Estas ideas se repitieron a lo largo de los cuatro días de tal forma que encabezan la declaración final de la conferencia: “State of the Planet” (disponible aquí …)

Otro de los aspectos expuestos por muchos conferencistas se vincula con la necesidad de plantear nuevas formas de hacer ciencia. Se propone una ciencia más participativa, con trabajo en redes e intercambio permanente de conocimiento e información. Se subrayó la necesidad de una mejor comunicación del conocimiento hacia los hacedores de políticas y la población en general y mejorar el diálogo entre la academia, la comunidad empresarial y los encargados de políticas. Se afirmó que el diálogo alrededor del mundo es la gran oportunidad.

Sin embargo, cabe destacar que fueron pocos los expositores que mencionaron la importancia del rol que tiene la sociedad civil en este cometido. De los escasos aportes en este sentido, puede resaltarse el planteo de una nueva forma de pensar y de vivir, donde exista fuerte participación de la sociedad civil, con base en el ejemplo de que las negociaciones de cambio climático a nivel de gobierno fracasaron pero las reuniones en paralelo de la sociedad civil fueron muy exitosas, con una posición clara y un claro reclamo hacia el sector político.

Luz verde

Por otra parte, uno de los tópicos que era esperable que tuviera una fuerte presencia era la Economía Verde. Sin embargo la oferta no fue muy abundante en este tema en particular. Este hecho llama la atención dado que es una de las temáticas planteadas como más relevantes en la agenda de Río +20, pero que aún presenta una definición vaga que genera confusión y deja muchas interrogantes sobre su efectividad como herramienta para un desarrollo sostenible.

Todos los discursos que no provenían de la academia sino de los sectores más políticos (tanto a nivel nacional como internacional) incluían un llamado a enverdecer las economías. Sin embargo, no se iba más allá de este anhelo, sin considerar el significado de ese “enverdecimiento”. Desde el sector político se invoca a la Economía Verde como instrumento para el cambio, pero no hay un análisis por detrás que lo justifique. En cuanto al significado e implicancias que pueda tener la práctica de economía verde, da la impresión que no ocupa un lugar preponderante en las investigaciones de la comunidad científica. Sin embargo, para sorpresa de muchos, la declaración final de la conferencia incluyó la frase: “apoyamos la economía verde”.

Durante la conferencia, si bien se plantearon algunos ejemplos a nivel de países que pueden ser interpretados o enmarcados como prácticas de economía verde, no tuvieron lugar presentaciones donde se expusieran las ideas que se plantean desde esta iniciativa, qué acciones implica, qué beneficios traería, y lo más importante cómo puede revertir la situación de crisis global.

La respuesta a esta cuestión es bastante dudosa dado que la economía verde se propone como el nuevo motor para el crecimiento económico sin tener en cuenta los límites absolutos de la naturaleza. Esto contradice las alertas y evidencia científica sobre un planeta bajo presión. Con el escaso conocimiento y el alto nivel de imprecisión de su definición hasta el momento, la propuesta de economía verde está lejos de ser una nueva herramienta para el cambio que la comunidad científica aclama.

Cruzar la acera

Como en un semáforo, la luz roja y la verde no pueden encenderse al mismo tiempo porque darían señales contradictorias al transeúnte. Quizás lo mejor sea quedarnos con la alerta de la luz roja, que nos provoque presionar el botón para poder avanzar con propuestas verdaderamente innovadoras.

En este sentido ideas como las que propuso Anthony Giddens, sociólogo británico con destacados aportes en el campo de la ciencia política, pueden ser estimulantes: “nos encontramos frente a un problema que la humanidad nunca antes enfrentó, y estamos muy lejos de revertir la situación. No hay una sola economía en el mundo que esté cambiando su funcionamiento. Debemos caminar hacia un nuevo paradigma donde se establezcan redes a nivel internacional dado que es un problema global, se desarrollen acuerdos a escala regional y nacional, resaltando la importancia de las naciones, abandonar los combustibles fósiles, así como una alternativa al modelo actual de desarrollo”.


M. Buonomo es economista en CLAES. Asistió a la conferencia “Planet Under Pressure”, del 25 al 29 de marzo de 2012 en Londres con el apoyo de Oxfam GB.