Argentina: desendeudarse para independizarse

por Eduardo Gudynas – Argentina anunció que cancelaría su deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pagando 9.810 millones de dólares en los próximos días. El anunció lo realizó el presidente Néstor Kirchner en el Salón Blanco de la Casa Rosada, al caer la tarde del jueves 15 de diciembre. En esa sala, abarrotada de público, desde políticos a las Madres de la Plaza de Mayo, el presidente argentino criticó duramente al FMI, recordando que financió un plan económico que llevó al país a la ruina, y que no apoyó los planes para intentar salir de esa crisis económica. Por el contrario, el Fondo se convirtió en un agente que imponía condiciones y restricciones –ni una moneda recibimos del Fondo, afirmó Kirchner.

El anuncio se hace dos días después que Brasil indicara una medida idéntica. Sin embargo los contextos y los gestos políticos son distintos a las posiciones defendidas por Brasil. En el caso argentino, las disputas con el Fondo han sido constantes, y las sucesivas negociaciones han sido un tira y afloje. Kirchner en muchas ocasiones cuestionó duramente al FMI y sus imposiciones; buscó apoyo en los países de la región (aunque no logró mucho con Brasil), y más de una vez amenazó con pagar toda la deuda con ese organismo y luego desafiliarse.

La medida tomada por Brasil pudo haber acelerado los tiempos; tal vez hubieron algunos guiños desde España y Venezuela. Además, el propio director del FMI, Rodrigo Rato, destacó que la cancelación brasilera era un “ejemplo” para Argentina y otros países, y que eso era posible por haber logrado una economía vigorosa gracias a las reformas y estabilidad que ese organismo pregona. Esta claro que Argentina en algunos casos desea apuntalar otras medidas económicas, y en especial mantiene un fuerte disgusto sobre los controles y fiscalizaciones que realiza el Fondo.

En su discurso Kirchner advirtió que su país no se retirará como socio del FMI, y que una vez despejadas sus deudas, seguirá insistiendo con reformar al organismo para hacerlo más eficiente, terminar con las condicionalidades cruzadas con el Banco Mundial y otros bancos, que sea menos costoso y más centrado genuinos programas de crédito. A juicio del presidente, el país lograría importantes ahorros al dejar de pagar al Fondo (estimados en 842 millones de dólares). Los recursos involucrados en la operación fueron llamados como “reservas de libre disponibilidad”, y que será aquella que supere la base monetaria, y por lo tanto no existirán efectos monetarios. Poco después, la ministra de economía, F. Miceli, y el presidente del Banco Central, M. Redrado, dieron más detalles sobre la medida y anunciaron tres iniciativas normativas para respaldarla.

La medida argentina fue recibida con beneplácito desde la sede del FMI en Washington, tal como sucedió con Brasil (no es para menos, ya que el Fondo deseaba reducir la exposición con los grandes deudores). Una reacción también positiva tuvo lugar apenas terminado el discurso presidencial a partir de declaraciones de políticos, sindicalistas y hasta representantes de organizaciones sociales. El ex–ministro R. Lavagna apoyó la medida. Estas visiones positivas fueron muy evidentes en la ceremonia de anuncio, que por momentos tuvo aristas teatralizadas, apoyadas por cierta sobreactuación presidencial y el exitismo de la concurrencia.

La medida de Kirchner sin duda es un hecho sobre todo político, y es importante. Argentina no rompió con el FMI, ni dejará de ser un socio más. Pero si esta medida se usa inteligentemente, este llamado “desendeudamiento” puede abrir las puertas a una mayor autonomía de la gestión económica. También tiene la potencialidad de instalar un gobierno que puede promover una reforma del Fondo desde dentro de la estructura, y ojalá Brasil pueda sumarse, y así genera un ejemplo a seguir.

De todas maneras algunas voces advierten los problemas en juego. Por ejemplo, Mario Cafiero, conocido economista e investigador en temas de la deuda, criticó la medida ya que ese pago al FMI implica convertirlo en un acreedor privilegiado al cual se le devolverá todo el dinero. Cafiero sostiene que buena parte de esa deuda no es legítima, y que mientras se renegoció con los demás acreedores tanto los plazos, los montos como los intereses, otro tanto se debería hacer con el FMI.

También en el terreno de las advertencias, es obvio que ese enorme volumen de reservas que se usará para pagarle al FMI, podría invertirse en mejorar la situación social de Argentina. En ese terreno el panorama es contradictorio, ya que se mantiene una estrategia económica que apuesta al superávit, y los planes sociales siguen estancados o en retroceso. De alguna manera, en algunas áreas, la política económica argentina se está “brasilerando”, ya que más allá de los discursos, en los hechos aparecen similitudes con el diseño que promueve el gobierno Lula. Nos enfrentamos a una decisión que genera expectativas, y que tal vez pueda servir para promover otras estrategias de desarrollo. Todavía es muy temprano para poder determinar cómo se desenvolverá este proceso.

E. Gudynas es analista de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina).