América Latina está en una encrucijada: Augusto de la Torre

Entrevista a Augusto de la Torre, por Javier Tahiri. El economista jefe de América Latina del Banco Mundial explica que el continente debe buscar sus propios motores de crecimiento para salir de la desaceleración.

A la década perdida que experimentó Latinoamérica en la crisis de la deuda de los años 80 y 90, le sucedió al comenzar el milenio un decenio dorado de elevado crecimiento. Un periodo que podría haberse frenado en los últimos años con la desaceleración de la región. «La región no es la de los ochenta y noventa», esgrime Augusto de la Torre, economista jefe del Banco Mundial para América Latina. De la Torre visitó Madrid para presentar un informe sobre innovación en el continente y defiende las reformas como antídoto para la desaceleración. «Si la región no crece las tensiones políticas y sociales pueden ir en aumento», asegura.

-¿Cómo afecta la desaceleración? ¿Hay dos enfoques, proteccionismo contra libre comercio?

-Si uno ve a la región como un todo, vemos que, a pesar de algunos movimientos proteccionistas, se orienta hacia la integración con el resto del mundo, lo que es muy beneficioso para la sociedad. La desaceleración es generalizada desde 2012. La región venía creciendo entre el 5% y el 6% al año y ahora las perspectivas están por debajo del 2%, lo cual es preocupante. No es solo un problema de la región, afecta a todos los emergentes: China, Sudeste Asiático, Europa del Este… Latinoamérica necesita encender sus propios motores de crecimiento, ya que gran parte del repunte anterior se debió a los vientos que llegaron del exterior. China compraba materias primas, lo que llevó al alza su precio y benefició al continente, su gran proveedor. El menor crecimiento chino está apagando este ritmo de compra y la región no podrá mantener un crecimiento como el que tenía a no ser que implante reformas de fondo en educación, infraestructuras, energía, telecomunicaciones, mercado laboral… Latinoamérica está en una encrucijada.

-En este escenario, ¿es posible que se generalicen protestas como las de Brasil?

-Durante la década dorada de crecimiento, el continente redujo sustancialmente la desigualdad y mejoró sus servicios públicos. Pero ahora no puede crecer como antes y se arriesga a frenar esta evolución social. Ello puede provocar tensiones políticas y sociales importantes. Las expectativas que se crearon pueden ser defraudadas. La población percibió que sus ingresos mejoraron y que las nuevas generaciones vivirían mejor que sus padres. Pero la calidad de los servicios públicos no ha mejorado lo suficiente. Estamos viendo protestas en Brasil y Chile, donde esta población joven exige que se invierta más, sobre todo, en educación y sanidad. Cada vez los gobiernos tendrán menos recursos para distribuir esta prosperidad y las protestas aumentarán.

-¿Cómo influye la retirada de estímulos monetarios en EE.UU. en la región?

-Antes nos quejábamos porque Estados Unidos tenía los tipos de interés muy bajos y los capitales llegaban a borbotones a Latinoamérica, pudiendo provocar una mayor inflación, y ahora nos puede afectar lo contrario. La buena noticia es que, por un lado, esta clase de inversiones a corto plazo no es el grueso de la financiación de las economías latinoamericanas y, por otro, un buen número de países han desarrollado políticas económicas y monetarias más robustas. La región no es la de los ochenta o noventa, cuando este tipo de situaciones provocaban crisis de deuda, de financiación. La volatilidad es menor.

-¿Qué países tienen mejores perspectivas para capear la situación?

-Si hablamos de qué países son menos vulnerables a los choques externos está México, Colombia, Chile, Perú incluso Brasil. Si me preguntas qué países tienen más capacidad de crecimiento a largo plazo tenemos a Panamá, Perú y Colombia. México está aprobando reformas estructurales muy serias. Es el camino.

-¿Cómo pueden mejorar las empresas?

-En Latinoamérica buena parte de los empresarios lo son porque no tienen otra opción de abrir pequeños negocios. Las empresas más grandes no generan el suficiente trabajo y llega un momento en que dejan de crecer. Su expansión no es tan grande como sucede con empresas similares en Europa o EE.UU. Se atrofia el crecimiento y esto solo se arregla con mayor innovación.

 

Publicado originalmente en ABC (España), 30 junio 2014.