por Dani Rodrik – En el mundo de hoy podemos encontrar básicamente dos tipos de posiciones respecto a solucionar el problema de la pobreza global. ¿Cuál es el mejor camino para que la pobreza sea historia?
Hay dos escuelas de pensamiento acerca de esta cuestión, y la brecha que las divide es profunda y ancha. Uno de los grupos cree que la respuesta está en gastar una gran cantidad de dinero en escuelas, clínicas y nuevos medicamentos en los países pobres. Lo que mantiene pobre a la gente pobre es que, bueno, son demasiado pobres para ayudarse a sí mismos. Así que lo mejor que podemos hacer es incrementar los recursos que ellos han demandado.
Pero también están aquellos que piensan que la pobreza no es causada por recursos inadecuados, lo que es después de todo algo tautológico, sino que en las oportunidades inadecuadas. La gente no invierte en educación o salud, o no ahorran lo suficiente, porque no ven suficientes retornos privados haciendo eso. Entonces la manera de hacerlos escalar desde la pobreza es reforzar las iniciativas que ellos enfrentan para ayudarlos y a sus comunidades.
Si usted es del primer tipo de persona, usted piensa que el desarrollo avanza con una escuela, una clínica o un proyecto por vez, y enfatiza la ayuda externa como la parte clave de la solución. Si usted pertenece a la segunda clase de persona, usted cree que el desarrollo ocurre por una reforma política a la vez, y piensa que la respuesta yace en mejorar el mercado y el ambiente político que las personas pobres enfrentan.
Personas dentro del primer grupo tienen nombres como Bono, Angelina Jolie, Bob Geldof, Bill Gates, John Edwards y Jeffrey Sachs. Personas en el segundo grupo tienen nombres como Abhijit Banerjee, Tim Besley, Francesco Caselli, Esther Duflo, Lant Pritchett y Mark Rosenzweig. Adivinen qué punto de vista obtiene el grueso de la cobertura de los medios y de la atención pública.
Seguramente hay muchas diferencias de visiones entre los economistas desarrollistas que pertenecen al segundo grupo. Algunos de estos economistas enfatizan políticas dirigidas al crecimiento económico, mientras otros hacen hincapié en intervenciones en los terrenos de la salud y la educación. Algunos creen que los gobiernos son el problema, mientras que otros piensan que los mercados pueden ir por mal camino incluso cuando los gobiernos no están haciendo las cosas mal. También existen debates metodológicos importantes dentro de este grupo respecto a como “hacer” adecuada investigación en desarrollo. Pero estas diferencias reflejan la vitalidad del terreno y la diversidad de abordajes que alberga.
Por lo que es una lástima que el público en general vea y escuche tan poco acerca del segundo grupo. Mencione la pobreza global y la mayoría de la gente comienza a pensar en el alivio de la deuda, ayuda externa y (tal vez) medicamentos baratos. No importa que la mayoría de los economistas desarrollistas no piensen que es ahí donde se da la verdadera acción. Bono y compañía merecen un gran crédito por el enorme éxito que han tenido en aumentar la concientización y por traer a África al centro de atención en los países ricos. Pero es tiempo de que el alcance haga mejor conexión con la investigación.
D. Rodrik es economista y profesor de economía política internacional en John F. Kennedy School of Government de Harvard University. Traducido por CLAES D3E desde su blog http://rodrik.typepad.com/dani_rodriks_weblog