¿Nos acercamos a una nueva crisis financiera global?

¿Nos acercamos a una nueva crisis financiera global?

por Eduardo Lucita – ¿Vamos a una desaceleración controlada o a una recesión en 2020? En nuestra nota anterior (https://lahaine.org/bQ2F) señalábamos que la economía mundial entraba en tiempo de definiciones para sus perspectivas de largo plazo. También que según como se resolviera la coyuntura actual podría definir esa perspectiva.

Un rasgo distintivo de esta coyuntura es la incertidumbre, resultado de incógnitas tanto políticas como económicas. Entre las primeras el Bréxit, los nacionalismos ultraderechistas en Europa, las tensas relaciones de EE.UU. con China y con Corea y el caso Venezuela. Entre las segundas el deterioro de las relaciones comerciales, la alta volatilidad de los mercados, la suba de la tasa de interés y la desaceleración china.

El FMI calculó que en 2018 el PBI mundial creció un 3,7%, un porcentual menor al del período anterior al 2008 (5,5%) pero superior al registrado en los años posteriores a la crisis. Esto es más notorio en los países avanzados (2,4% frente al 3% anterior).

Según detallara el analista Jorge Castro, “el producto norteamericano creció 3,5% en 2018 sobre la base de un combo que combinó recupero de la tasa de inversión por repatriación de capitales con mejoras en los indicadores de productividad; con aumento del salario real en condiciones de pleno empleo, 3,7 de desocupación (la menor en tres décadas) y baja inflación.

En zona de riesgo

Sin embargo según el economista y ex diputado portugués Francisco Louca hay tres datos indicadores de posibles riesgos para 2019: a) se amplía la desregulación neoliberal a nivel mundial, lo que hace cada vez más vulnerables a los Estados nación; b) se siguen estimulando los centros especulativos con lo que se sigue privilegiando al capital financiero y la acumulación en pocas manos y c) continua la acumulación de deudas (estatales, privadas o corporativas) que ya supera el 300% del PBI mundial.

Por su parte los analistas Oscar Ugarteche y Alfredo Ocampo ponen el acento en cuatro puntos específicos de la economía norteamericana:

1) Entre los años 2008 y el tercer trimestre de 2017 el PBI creció por debajo de su potencial, pero a partir de esta última fecha ese crecimiento está por arriba de ese potencial (casi 5% en el tercero y cuarto trimestre de 2018, con un anual de 3,7%). En su opinión esto no puede durar mucho tiempo más porque se recalentaría la economía con las consecuencias previsibles.

2) La tasa de desempleo se mantuvo por debajo de su nivel natural durante todo 2017 y 2018. Constatan que algo similar ocurrió en los momentos previos a las tres últimas recesiones: 1990, 2001 y 2008, con un desplazamiento de más o menos un año.

3) Las diferencias entre los rendimientos de los bonos del Tesoro a diez y dos años. Hay menos riesgo en los bonos de largo plazo que en los de corto, esta es una anomalía que se verificó en las últimas recesiones, con más-menos un año y medio de anticipación.

4) Por primera vez desde 2008 se da una tasa de interés positiva.

Para estos autores estos cuatro puntos indicarían la posibilidad de un recalentamiento de la economía estadounidense lo que llevaría a nuevos aumentos de la tasa de interés y a la apreciación del dólar lo que aumentaría el déficit comercial. Adicionalmente un dólar más fuerte atraería nuevos capitales de los países emergentes y reduciría el precio de los commodities, afectando especialmente a América Latina.

En tanto que un reciente informe del Citigroup afirma que “una desaceleración en EE.UU. afectaría el crecimiento global y su impacto sería mayor al de la anterior crisis financiera”; según este informe Argentina, México, Canadá y Taiwan, serían los países más expuestos.

Continuidad de la crisis

Sucede que las causas principales que llevaron a la crisis del 2008 no han desaparecido. Las grandes corporaciones multinacionales han continuado acumulando ganancias a pesar del bajo crecimiento de la economía global, esta acumulación no es resultado de una mayor actividad productiva, sino de la financiarización, de la especulación o de la apropiación de recursos naturales y bienes comunes, que de conjunto operan como soporte de la acumulación capitalista pero que al mismo tiempo por su superdesarrollo acentúan las contradicciones del sistema.

Es que esta fase de la mundialización capitalista que conocemos como globalización ha inaugurado un nuevo modo de dominación que conlleva fuertes implicancias político-sociales: concentración de la riqueza; incremento de las desigualdades sociales; agudización de la crisis climática; guerras localizadas y fortalecimiento del sistema de endeudamiento a nivel global. Todo producto de la generalización de las políticas neoliberales.

Sin embargo este nuevo orden está inconcluso, requiere desmontar toda la arquitectura de gobernanza construida a la salida de la II Guerra Mundial y reemplazarla por otra asentada en un nuevo equilibrio de poderes entre las potencias, especialmente entre EE.UU. y China.

Mientras esto se discute ¿estaremos en los prolegómenos de una nueva crisis financiera global?

 

*E. Lucita es integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda); publicado originalmente en marzo de 2019.