Argentina renegocia su deuda

por Eduardo Gudynas y Paola Visca – El gobierno de Argentina finalizó con éxito la renegociación de la deuda externa que mantenía suspendida, conquistando un 76 % de adhesiones para su propuesta de canje. Finaliza así el mayor “default” de la historia afectando más de 80 mil millones de dólares, y por lo tanto ha sido el mayor procedimiento de canje, y con la más alta quita a los acreedores. El procedimiento además debilita todavía más al Fondo Monetario Internacional.

La negociación ha sido muy larga, donde debe destacarse que el gobierno de Néstor Kirchner mantuvo firmeza en los aspectos esenciales de su propuesta. La posición argentina mantenía los pagos a los organismos multilaterales, se reconocía toda la nueva deuda emitida después de haber sido declarado el default, y se proponía una quita del 75% al resto de los acreedores privados.

El gobierno se tomó su tiempo; “Argentina no tiene apuro por negociar”, dijo hace más de un año el ministro de economía Roberto Lavagna. Siempre se insistió que no ofrecería un nuevo canje y que no habría una reapertura; para acentuar todavía más ese extremo, el gobierno de Néstor Kirchner logró que el parlamento aprobara una ley que prohibía esa reapertura. Esa estrategia tenía un doble propósito: por un lado ganar tiempo, mientras el país mejoraba sus niveles de actividad económica, tratando de no ahogar la reactivación evitando incurrir en compromisos en el corto plazo; por otro lado, buscaba flexibilizar la posición de los acreedores privados.

El debate fue por momentos muy agrio, aunque en las últimas semanas la actitud de los acreedores cambió. En algunos casos era evidente el cansancio de lidiar en esas tratativas, así como el interés de algunos inversores en volver al mercado argentino. El camino de las demandas en diversos tribunales tampoco fructificó, ya que por un lado prácticamente no existen activos de Argentina en el exterior y por el otro debido a algunos fallos desfavorables. De esta manera, muchos de ellos optaron por sumarse al canje bajo la idea que “peor es nada”. Finalmente el contexto internacional era muy favorable, ya que la propuesta de canje ofrecía intereses mayores a los obtenibles en los mercados internacionales, haciendo atractiva la inversión para el apetito de varios agentes financieros.

El canje y la nueva deuda

El proceso formal de canje se abrió el 14 de enero, y se cerró formalmente el 25 de febrero. El gobierno presentó tres tipos de nuevos bonos: Par, CuasiPar, y Descuento. De esta manera se redujo sustancialmente la diversidad de papeles emitidos. En todos los bonos hay componentes ligados al crecimiento del PBI. En el esquema propuesto cada tenedor recibirá un pago en efectivo, los nuevos bonos, y las “Unidades Vinculadas al PBI”. En ese sentido existen diferencias entre los nuevos papeles: los Bonos Par no tienen descuento; los CuasiPar tienen un 30.1% de descuento, y los Descuento alcanzan al 66.3% de descuento. Se ofreció un incentivo con un pago en efectivo de los intereses acumulados y vencidos para los bonos Par y Descuento.

La propuesta de canje recibió una aceptación del orden del 90% en Argentina, mientras que fue menor entre los acreedores del exterior, donde las mayores resistencias tuvieron lugar especialmente en Italia y Japón. La aceptación final fue de 76,07 %.

La deuda argentina superaba a fines de 2004 los 190 mil millones de dólares (una cifra mayor a la manejada poco tiempo antes); el volumen de deuda en default era de 81 800 millones de dólares, de los cuales 62,2 mil millones aceptaron la propuesta de canje. Bajo ese mecanismo se entregarán como parte del canje nuevos bonos de deuda por valor de 35 200 millones de dólares. La quita nominal alcanzaría los 27 mil millones de dólares.

Un 24% de los titulares de papeles de la deuda en default no aceptaron la propuesta de canje, representando 19 800 millones dólares. Algunos de esos acreedores insistirán en demandar al gobierno argentino, mientras que en algunos medios financieros se especulaba sobre la posibilidad de que se reabriera el canje para ingresar a nuevos interesados. El gobierno de Kirchner advierte que el canje no se abrirá nuevamente y afirma que no pagará esos papeles, asumiendo el costo de las eventuales demandas.

Según las cifras oficiales del gobierno, la deuda total bajó a los US$ 125 mil millones, lo que corresponde a una reducción de US$ 67 mil millones. Pero si se suman los 19 800 millones de dólares que no habían ingresado en el canje, la deuda totaliza los 145 mil millones de dólares.

La nueva estructura de la deuda muestra algunos aspectos más favorables. Por ejemplo, la proporción en pesos argentinos pasó de un 3% en la situación inicial, al 37% después del canje (la proporción en dólares bajo del 66% al 37%). Además, los plazos de pago son muchos más largos, que en algunos casos superan los cuarenta años. Los intereses son menores a los pactados originalmente, pero de todas maneras mayores a los que se ofrecen en la actualidad en los mercados internacionales. Finalmente, los bonos tienen componentes de ajuste por inflación o están directamente vinculados al crecimiento del PBI.

A pesar del canje, el peso de la nueva deuda es enorme, representando el 72% del PBI (el 84% si se incluye el monto que no ingresó al canje), imponiendo fuertes restricciones sobre el desarrollo futuro (una proporción mayor a la de Brasil). Atender estos compromisos requerirá un fuerte sacrificio, debiéndose generar superávits fiscales continuados por décadas en el orden del 3-4% anual y los previsibles ajustes en diversas áreas. Entre 2004 y 2010, el país deberá pagar unos 70 mil millones de dólares. Incluso en fechas tan lejanas, como el 2040, tienen pagos comprometidos por 4 mil millones de dólares. Por lo tanto, los análisis optimistas en realidad deberían mesurarse atendiendo a que se mantiene una fuerte carga de endeudamiento.

Los efectos internacionales

El canje argentino ha tenido un gran impacto a nivel internacional. Poco días después de cerrarse la operación, un editorial de “The Economist” alertaba que ese caso podría convertirse en un ejemplo para que otros países, especialmente en América Latina, se declararan en default y buscaran imponer unilateralmente importantes quitas a sus deudas. No puede ocultarse que el método empleado por Argentina ha sido original, no contempló las demandas del FMI, y tampoco siguió el ejemplo de otros casos recientes (como Rusia o Uruguay). Una diferencia clave es que el gobierno Kirchner logró imponer sus condiciones en la renegociación.

Asimismo, el FMI ha quedado afectado por el éxito de la operación. El Fondo resistió de diferentes maneras el proceso y siempre reclamó un arreglo con una mayor proporción de acreedores. Pero hoy se lo critica desde derecha e izquierda. Los sectores conservadores, incluyendo a figuras destacadas en la economía de EE.UU., siempre rechazaban las intervenciones del Fondo insistiendo en que el mercado, por sus propios medios, llegaría a una solución de los problemas de la deuda (sea en los estrados judiciales o en la renegociación), y que estos son problemas propios de los que se aventuran en inversiones de riesgo. Desde las visiones alternativas, el caso argentino es una demostración que son posibles salidas autónomas generadas por los propios países del sur en forma independiente a las recetas ortodoxas del FMI. Sea en un sentido o en otro, el canje de la deuda de Argentina significa una inflexión en el escenario financiero internacional.

 

E. Gudynas y P. Visca son analistas de información en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina). El presente texto es un adelanto de un reporte más extenso que se publicará en la revista Tercer Mundo Económico de la Red del Tercer Mundo. Publicado el 10 de marzo de 2005.